Pensar en una catástrofe no es una catástrofe. ¿Cómo responder a los pensamientos negativos?

Cómo ver los pensamientos como pensamientos

pensamientos negativos


Podríamos definir nuestra mente como un plató cinematográfico sin límites, en el que al director (nuestra mente) le encanta escenificar batallas sangrientas, escenarios apocalípticos y episodios dramáticos de los que somos protagonistas.
Cada una de estas escenas y pensamientos, por grandes que sean los acontecimientos descritos, grandes en el espacio o largos en el tiempo, logramos encerrarlos en los pocos centímetros de nuestra mente, en las pocas horas y minutos de un día.

Trata de imaginar todas las preocupaciones que has tenido que soportar en tu vida y cuántas más soportarás. En este momento, probablemente pueda traerlos a su mente, cómodamente sentado en el sofá de su casa, y tal vez incluso rastrear los mismos sentimientos intensos que experimentó cuando surgieron estas preocupaciones en otras circunstancias.

¿Cuál es la base de este proceso?

Para entender el proceso es necesario identificar los dos elementos principales de este proceso:

PENSAMIENTO y FUSIÓN con el pensamiento.

El lenguaje, y por tanto el pensamiento, representó un precioso salto evolutivo para los seres humanos, permitiéndonos sortear peligros sin necesariamente experimentarlos directamente. Ya no era necesario ver al león para escapar de él, sino simplemente pensar (o recordar) que podría estar allí.

¿Es suficiente pensar así para poder evitar el peligro?

El pensamiento, por sí mismo, no tiene poder ni valor en nuestra mente en ausencia de una actitud específica de nuestra mente: FUSIÓN

Estar fusionado con un pensamiento, una imagen, un recuerdo, significa de hecho que:

"Si creo que va a pasar";

"Lo que imagino existe tan fielmente como puedo imaginarlo";

“Si recuerdo cómo me fue en el pasado, me irá de la misma manera”;

Cuando estamos fusionados con nuestros pensamientos es como si, al pensar que el candelabro que tenemos en la cabeza podría caernos encima, sentimos un miedo intenso y elegimos levantarnos para evitarlo.

¿Qué nos motivó a levantarnos? ¿Puedes oír el candelabro crujir? ¿Lo ves balanceándose?

Lo único que impulsó esta elección es un pensamiento hacia el cual hemos desarrollado un estado de fusión.

Lo hacemos una y otra vez, siempre lo hemos hecho y siempre lo haremos. Esta actitud es intuitiva, natural, inherente a las características mismas del lenguaje. Esto no significa que no podamos actuar de manera diferente.

Incluso cuando nos enfrentamos al pensamiento "del candelabro que podría caer sobre tu cabeza" podemos optar por permanecer sentados y descubrir que el candelabro no se caería a pesar del pensamiento en nuestra mente.

Incluso frente a las batallas más sangrientas o las preocupaciones en nuestra mente, podemos optar por permanecer cómodamente sentados en el sofá mientras seguimos observando cómo se desarrolla.